CHRISTOFER WREN: CATEDRAL DE SAN PABLO

El nocturno azul y oro del Támesis se ha transformado en una armonía grisácea: una barcaza cargada de heno de color ocre se ha separado del embarcadero; desapacible y fría, la niebla amarilla se arrastra bajo los puentes, hasta que los muros de las casas parecen convertidos en sombras, y San Pablo asoma como una burbuja sobre la ciudad.





Sir Christopher Wren y sir Robert Hooke, arquitectos. Catedral de San Pablo (1676-1710), Londres. Quizá el primer edificio calculado de la historia de la arquitectura. Las técnicas de dibujo combinadas con el cálculo fueron claves para el desarrollo del tambor parabólico de columnas inclinadas y de la cúpula triple. El edificio se construyó con tal celeridad que Wren alcanzó a ser enterrado en él. Las postrimerías del S. XVII constituyeron un momento de verdadero esplendor de la arquitectura católica, cuya apuesta por la propaganda artística a partir del Concilio de Trento había dado sus frutos. Tanto es así que los países protestantes no pudieron evitar la influencia de sus logros.

Así ocurre en la Inglaterra de los Estuardos que miraban con admiración a Francia, al tiempo que despreciaban los gustos mezquinos y los diseños menores de los puritanos. Por ello aprovechan la mejor figura de la época, el arquitecto Christopher Wren para reconstruir las iglesias de Londres destruídas por el incendio de 1666, así St. Stephen Walbrook y sobre todo, por ser la catedral católica, San Pablo.



Su construcción es prácticamente contemporánea a Los Inválidos de París, iglesia con la que guarda relación porque Wren visitó París cuando se empezaba a aproyectar San Pablo. Es más, allí coincidió también con Bernini, que había sido llamado para realizar un proyecto del futuro Louvre, que al final no fue aceptado por el rey Luis XIV que contrariamente a lo que todo el mundo pensaba se decidió por el proyecto de Le Vau, Le Brun y Perrault.
Todo ello explica que San Pablo tenga algo de Los Inválidos y así mismo de influencia romana, en concreto del Vaticano, que también tiene su influencia en la iglesia francesa.
Pero por desgracia el trabajo de Wren no contó con la suficiente libertad para realizar un proyecto personal, lo que dio al traste con una obra poco unitaria y forzada en su solución global. En este sentido puede decirse que el conjunto de la construcción parece tan sólo el digno pedestal de la parte sin duda principal y mejor resuelta del edificio, su magnífica cúpula.
La fachada dividida en dos pisos y flanqueada por sendas torres, se parece en efecto a la de Los Inválidos, pero el efecto visual tan esbelto y tan nítido de la cúpula en la iglesia francesa no se consigue igual en Londres. De tal forma que la visión de la cúpula resulta mucho más espectacular desde los lados laterales, concretamente desde los lados exteriores coincidentes con los brazos del crucero, que al ser más cortos y rematados de forma circular permiten contemplar la cúpula en toda su esbeltez.



Dicha cúpula presenta un doble tambor impresionante, que vuelve a recordarnos a Los Inválidos, aunque en este caso resulte mucho más monumental: El primer cuerpo se resuelve con una columnata a modo de peristilo, de orden corintio, sobre la que se levanta una balaustrada que enmascara de manera elegante la diferente anchura del segundo cuerpo. De todas formas dicha baranda era considerada por el propio Wren una "frivolidad femenina", aunque la tuvo que colocar contra su volunta porque los comisionados de la Catedral deseaban "estar a la moda".
El casquete de la cúpula propiamente dicho presenta dos estructuras, una interna y otra externa, entre las cuales su autor dispuso un cono intermedio de ladrillo, reforzado por una estructura de hierro sobre la que descansa la estructura exterior. Ésta se construye en madera y se recubre con plomo, sirviendo de sostén a la linterna que corona el edificio y que se realiza en piedra.
El interior del edificio es igualmente monumental y majestuoso aunque tampoco se desarrolló según el plan previsto inicialmente por Wren. Él había diseñado un grandioso edificio de planta centralizada de forma octogonal que alternaba muros curvos y rectos, precedida por un nártex de forma avoide. Pero este proyecto sería sustituido por otro más tradicional, con una gran nave interrumpida en mitad de su longitud por un crucero destacado en planta, cuya situación, unida al efecto de la cúpula que lo remata en su centro, consigue una cierta sensación de centralización espacial.


Un perfecto ejemplo por tanto de arquitectura barroca porque no le falta la ampulosidad, la monumentalidad y el efectismo visual que sobre todo ejerce la cúpula, pero a pesar de ello, algunos elementos como la rotundidad de la fachada y su traza clasicista anticipan ya el lenguaje neoclásico que tanto éxito tendrá en la Inglaterra del siglo XVIII.

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